miércoles, 9 de septiembre de 2020

CADE EDUCACIÓN: EL PERÚ NECESITA UN PLAN ESTRATÉGICO DE 15 AÑOS QUE CONTEMPLE LA REESTRUCTURACIÓN DEL CIVISMO Y VALORES


La pandemia de COVID-19 ha llevado a todos los peruanos a enfrentar grandes desafíos para desarrollar el capital humano y ser competitivos. En este marco se desarrolló la segunda sesión del primer día de #CADEedu denominada “Reprogramándonos para el Perú post COVID-19”, en donde participaron Diego Macera, Gerente General del Instituto Peruano de Economía; Jorge Yamamoto, Profesor Principal de la Pontificia Universidad Católica del Perú; y Mariana Costa, Cofundadora y Gerente General de Laboratoria. Fr. Elías Neira Osa, Presidente del Comité Estratégico de Educación de IPAE, fue el conductor de este bloque.

Inició la conversación Diego Macera, quien mencionó que se ha dado un cambio estructural y es un golpe durísimo para las familias y los planes a corto y largo plazo. “Vale la pena verlo desde una perspectiva de reconversión, dado que tenemos la oportunidad de volver a empezar, podemos hacer las cosas mejor”, dijo. “En este proceso, se han sumado dos golpes para la educación superior, los procesos con los licenciamientos que involucran a 200 mil personas junto con la pandemia y ha sido una suerte de tormenta perfecta, en que no todos los jóvenes están en la situación de continuar estudios. Esta es la generación (de jóvenes) que va a tener que pagar los costos de la pandemia, el déficit fiscal”, comentó.
El especialista dijo que la realidad está relacionada con la tecnología: primero con la deslocalización. Se ha demostrado que es posible hacer distintas actividades, desde la educación digital, con idas y vueltas “nos hemos tenido que acostumbrar y eso abre un abanico enorme de posibilidades”, señaló. Y segundo, la automatización que pasa por la gestión de procesos. Estas situaciones permitirán articular y adaptar la oferta educativa y será fundamental que se realice en el corto plazo. 
Macera destacó que esta generación de estudiantes, que son los más afectados debido a todo lo mencionado líneas arriba, serán los encargados de resolver la crisis fiscal post-COVID19, que el Perú deberá enfrentar. En ese marco, el economista instó a pensar en estrategias para esta generación y en su capacitación oportuna.
A su vez, Jorge Yamamoto trató sobre los comportamientos sociales que se han manifestado durante esta pandemia. Empezó comentando que la Universidad John Hopkins señaló que el Perú es el país que registra el mayor número de muertes, lo que ha sido relacionado a los valores de las personas.
De igual modo, el académico comentó los resultados de los estudios de Valores del Bicentenario, en los que se señala que 6 de cada 10 peruanos explícitamente consideran que hay una oportunidad de cambios en el Perú. De igual modo, se dio a conocer que el 71% de los encuestados sí participaría por una cruzada de valores. “Un plan estratégico de valores es lo que se tiene que hacer. Tenemos que reaccionar en este contexto, se tiene que dar tres pasos, que suenan muy simples, pero que son extremadamente complejos y demandan compromisos: 1) Como peruanos, comprometernos con ejercer nuestros valores; 2) Dar un buen ejemplo a los niños desde lo más temprano de su crecimiento y desarrollo; y 3) Como adultos, cortar el mal ejemplo de raíz”.
Para lograr estos compromisos, el especialista indicó que es importante la promoción de un plan estratégico de 15 años, que contemple la re-estructuración de la educación cívica y valores, a la par con un plan de cambio de conducta en adultos. Para ello, se debe involucrar a los agentes de socialización: familia, centros educativos, religiones, empresas, y medios y redes.
Siguió Mariana Costa, quien compartió tres principios para cultivar el aprendizaje a lo largo de la vida, los cuales viene aplicando en Laboratoria. El primero trata sobre que La educación no solo pasa en un entorno académico, y que este está compuesto por la experimentación, reflexión, dar y recibir feedback y apertura. En este punto, la expositora recalcó que actualmente existen distintos espacios para aprender, y ya no solo en el salón de clases.

El segundo está relacionando a enfrentarse a un problema y es Se aprende haciendo, (y si aprendemos con otras y otros, ¡mejor!), se busca descentralizar el aprendizaje, enfocándose en cómo resolver el reto que se presenta en la vida, evaluando qué herramientas tiene la persona para poder desarrollarlo. Acosta destacó que, en este principio, lo recomendable es iniciar desde atrás; es decir, ver el reto y preguntarse ‘¿qué necesito para resolverlo?’, y así es como las personas agilizan su pensamiento y proponen soluciones.
Y el tercer principio se denomina Apropiarnos de nuestro aprendizaje, y busca que cada una de las personas se haga responsable de su propio aprendizaje, encontrando su propia guía, ritmo y modalidad. “En Laboratoria, se trabaja el concepto del ‘yo estudiante aprendo’ y está en mi responsabilidad hacerlo”, dijo.
La especialista finalizó con una reflexión en la que invitó a todos a imaginarse un futuro donde “formamos una nueva generación de personas que apostamos por ser aprendices de por vida: construimos la motivación, la mentalidad y los hábitos que lo permitan. En donde las organizaciones asumimos nuestro rol en propiciar culturas de aprendizaje continuo, permitiendo a nuestros colaboradores experimentar, reflexionar, y crecer. Y a tomarnos la era digital como la oportunidad para prepararnos para la economía del conocimiento y transformarnos”.
Como conclusión, Fr. Elías Neira Osa mencionó que como país es necesario que cada ciudadano pueda ver más allá de la pandemia, aprovechando estas circunstancias como una oportunidad de aprendizaje. Por ello, es clave la promoción del aprendizaje, tanto formal e informal, a lo largo de la vida y un plan de valores que pueda complementar este aprendizaje. “Como país, debemos apostar por la reflexión de todas nuestras experiencias negativas, solo así podremos generar aprendizajes que den frutos a lo largo de la vida”, explicó.
Al cierre de la sesión, Carla Olivieri mencionó que “Como país, debemos promover los valores ciudadanos y la gran capacidad de adaptación a los nuevos desafíos, donde se promueva aprender y desaprender, se impulse la innovación, la posibilidad de ensayo y error, la apertura y horizontalidad. Promover una narrativa impulsada en los logros que tenemos como sociedad”.

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